Por María JoséPérez Méndez
Llegar diciembre y pensar en looks de fiesta es todo uno, a pesar de que su naturaleza, como la de las propias fiestas, pueda haber cambiado. Quizás ya no son esas noches eternas de antes, sino planes más diurnos en los que la funcionalidad se da la mano con el disfrute, en los que lo práctico demuestre que también puede tener cabida no solamente en los nuevos looks de fiesta, sino en todos aquellos que estén destinados a elevar la intención del día a día. Por eso, no es extraño ver que en ellos se cuelan prendas básicas que pueden formar parte del fondo de armario: al fin y al cabo, la versatilidad es una de sus principales características.
El de la camisa blanca
Es casi seguro que ya está en el armario, sobre todo porque ha conseguido posicionarse como una de las piezas imprescindibles entre las tendencias de la temporada. Ese hecho le debe mucho tanto al auge de la estética clásica como a la practicidad, una narrativa que aunque pueda parecer opuesta a la diversión, pueden convivir sin problemas. Justo como sucede en este look, vertebrado también alrededor de un pantalón de traje negro. Para envolverlo en cierto espíritu festivo, se pueden recurrir a unos zapatos un poco inesperados (¿por qué no color blanco en vez de negro?) y a una chaqueta o abrigo especiales, es decir, estampados, bordados o con algún tipo de aplicaciones que lo saquen de lo puramente básico.
El del jersey mullido
No importa cuál sea el color o incluso el dibujo que haga su textura: lo fundamental es que esta pieza se sienta como un abrazo y que se alinee con la búsqueda de seguridad que se extiende al exterior (donde incluso se hace más necesaria). Puede parecer una prenda informal, pero los jerséis mullidos (y un poco oversized) pueden contextualizarse dentro de lo formal gracias a unos pantalones de traje, unos zapatos de tacón y un bolso carismático. Y ojo, porque en este caso el negro no siempre es la mejor solución.
El del cárdigan
Es cierto que la rebeca de la imagen es una muy concreta firmada por Jacquemus, pero que el look de Jenny Walton sirva como inspiración. Incluso un sencillo cárdigan puede convertirse en una prenda festiva si se cierra de un modo diferente (prueba a jugar con los botones y la caída del escote) y se une a una falda midi y unos kitten heels.
El del vestido de punto
Si tienes un vestido de punto en el armario, ya tienes un look de fiesta redondo sin necesidad de añadir nada más. Salvo, eso sí, unas sandalias de tacón fino. En la ecuación pueden aparecer algunas joyas delicadas y un bolso de casi cualquier tipo, pero mantener en dos el número de componentes funciona igualmente.
El de los leggings
No solamente de looks de corte athleisure viven las mallas, sobre todo después de que 2020 disparase el interés del público por ellas. Los leggings han conseguido colarse en todo tipo de estilismos, incluidos esos de fiesta en los que no, no tiene por qué haber tacones implicados. La muestra está en Leandra Medine y en cómo un blazer y una camisa romántica son capaces de llevar la pieza deportiva hasta otro lugar.
El del vestido lencero
No hay mejor vestido de fiesta que un slip dress. Fue la máxima que siguieron las modelos y celebs de los años 90 y la que siguen manteniendo las abonadas al minimalismo visual, que encuentran en la tela satinada y en los tirantes finos un lugar seguro. Tanto, que los colores pueden variar, así como el abrigo que lo complemente, mientras que las sandalias seguirán la estela sencilla y pura del vestido.
El del vestido camisero
Sí, el vestido al que recurres casi todas las semanas también puede formar parte de un look de fiesta especial. De hecho, se lo merece. Y la estrategia pasa por darle la importancia que tiene haciendo que destaque sobre unos pantalones oscuros: la mezcla sigue resultando tan inesperada que es llamativa per se. Por eso, los accesorios, mejor en negro.
El de los vaqueros
Claro que tenían que aparecer en esta lista. Son el salvavidas por excelencia y sería injusto que no ocupasen, como sucede con algunos vestidos, un puesto de honor en los looks de fiesta. Pero no en esos de bares de fines de semana (que también) sino en uno que hable de seguridad y carisma con solo mirarlo. Algo que se consigue gracias a una parte de arriba aparentemente inocente, como una camisa y un jersey y un kimono (o abrigo) epatante, pieza que ahora se puede encontrar fácilmente en casi todas las tiendas. Ni siquiera importarán los zapatos, aunque nos que aumenten el factor sorpresa, no están demás.
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