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Ropa de bebé

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Por hollisterclothingoutlet 19/05/2022 623 Puntos de vista

Cada español se deshace de siete kilos de ropa al año. Un montón de prendas que generan negocio, unas veces legal pero otras no tanto. Hay contenedores de ropa 'piratas' y muchas familias viven de ello. Reparten buzones metálicos con mensajes solidarios de recogida de vestimenta por las ciudades haciéndose pasar por ONG para luego venderlas en mercadillos. Son los contenedores 'piratas'.

Costin es un pirata de segunda mano. Este hombre de 47 años navega cada viernes con su furgoneta blanca por las calles del barrio madrileño de Chamberí recogiendo la ropa de los cuatro contenedores sin licencia que tiene repartidos estratégicamente en la capital. A las seis de la mañana llega a la iglesia de San Juan Crisóstomo. Detrás de ella, tiene camuflado entre árboles uno de sus contenedores. Deja el puro que se está fumando sobre el buzón metálico, lo abre y saca varias bolsas. Sudaderas, pantalones y una camisa de Massimo Dutti en buen estado son sus adquisiciones. Se aprovecha de la buena fe de los feligreses que acuden diariamente a misa y que creen que el contenedor de ropa que está al lado de su parroquia va a parar a los más necesitados de África. "El que quiera donar alguna prenda la tiene que dejar en la iglesia y, con ayuda de Cáritas, la mandamos a las personas que las necesitan. Ese contenedor no tiene nada que ver con nosotros", afirma el párroco.

Pero Costin se justifica diciendo que él también es un necesitado. "Gracias a esto tenemos para comer yo, mi mujer y mis dos hijos", explica. Lleva las prendas a un pequeño almacén que tiene junto a otros dos compañeros piratas en las afueras de Madrid. "Después las vendo en el mercadillo de Vallecas y en el Rastro. Me puedo sacar entre 10 y 20 euros por cada contenedor".

Como Costin, muchas personas viven de la recogida de ropa. Mediante estos grandes cubos metálicos se hacen pasar por organizaciones benéficas que utilizan las prendas para ayudar a los más necesitados. Frases que incitan al viandante a reciclar como 'Cooperación al desarrollo' o 'Ayúdanos a ayudar'. Gana el que más conmueva. Porque es cierto que la crisis ha creado una sociedad más solidaria. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) cada español se deshace de siete kilos de ropa, lo que supone un total de 160 millones al año. Es un producto dulce con el que se pueden ganar 360 euros por cada tonelada, 3.500 euros al año por cada contenedor. Diez buzones de ropa usada dan para vivir a 15 personas.

Cada miércoles, Juana instala un puesto de ropa en el mercadillo de Santa Ana, en el barrio madrileño de Fuencarral. Vende desde calcetines a jerseys por uno y dos euros. Dice en un principio que las prendas se las regalan los vecinos del barrio. Su marido y su hijo sacan cajas de ropa alborotada de una furgoneta verde que tienen aparcada frente al quiosco. Reconocen que tienen varios contenedores por Madrid, pero que no intentan engañar a la gente. "Nosotros dejamos los buzones para que la gente nos eche ropa. Si se piensan que es para otra cosa no es nuestro problema", dice el hijo de Juana.

El Ayuntamiento de Madrid ha retirado en los últimos cinco años 6.000 contenedores sin licencia, gastando más de 100.000 euros. Según la OCU, uno de cada tres son ilegales. Y el ingenio de estos piratas de la ropa no tiene parangón. Algunos se disfrazan de operarios municipales para pasar desapercibidos y poder colocar sus contenedores ilegales. Incluso utilizan para desplazarse una furgoneta tuneada con los colores y logotipos municipales con el anagrama de Medio Ambiente.

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La red legal de este tipo de recogida tiene 16 puntos fijos en Madrid. Para ello, se ha suscrito un contrato con la ONG Humana, la única asociación que tiene autorización para ponerlos en la vía pública.

"El problema está en que hay que reeducar a la sociedad. La gente no sabe qué contenedores son los legales y cuáles no lo son. Y por mucho que retiremos los ilegales y multemos a los que se lucran de ello, no funciona. Las sanciones son de 1.500 euros, pero, aun así, les compensa pagar la multa y seguir poniendo buzones metálicos por las calles", dicen en el Ayuntamiento de Madrid.

En Zaragoza, Raúl Ariza, representante de IU en la Comisión de Servicios Públicos, alerta del auge de una red fraudulenta de recogida de ropa usada: "Entran dentro de las comunidades de vecinos y piden permiso al presidente para poner una caja en el portal para reciclar ropa con fines solidarios. Obviamente se lo creen y les dan permiso. Hasta ahí todo legal. El problema es que la ropa va a parar a mercadillos y el beneficio es para particulares".

En Vigo, es habitual ver en los portales de las viviendas contenedores de cartón en los que se pide ropa y calzado usado. En las cajas se puede leer un mensaje claro y un número de teléfono: "Ayúdanos a reciclar y cuidar el planeta". La recogida se realiza cada tres días por una empresa llamada Recyretex. Un portavoz de la empresa dice en un primer momento que la ropa es entregada a Cáritas, pero esta entidad lo desmiente. Así que, en una segunda llamada, en Recyretex aseguran que las prendas va a un mercadillo solidario de Pamplona.

"No dejes tu ropa usada en cualquier contenedor. Te ayudamos a no equivocarte señalando cuáles son los contenedores de ropa legales en tu ciudad", advierten muchas webs de los ayuntamientos españoles. Quieren acabar con los buzones ilegales. Y así poner fin a los piratas de la ropa usada disfrazados de ONG.

La venta de ropa de segunda mano ha crecido considerablemente en España. Se ha abierto un nuevo mercado que viste a miles de familias que quieren ahorrar unos euros en llenar su armario y también ganar algo de dinero vaciándolo. Percentil, empresa de compra y venta de ropa usada, vende 1.500 prendas cada día al 85% de descuento de su precio original. Es la moda del reciclaje textil.

(Foto: Sergio Enríquez)

Esther y sus hijos de tres y ocho años visten ropa de segunda mano. A su casa de Gijón han llegado tres pantalones de deporte de marca por el mismo precio que les costaría uno en una tienda convencional. Mario es estudiante de Medicina y va a clase con camisas de Lacoste por las que pagó 14 euros. Sandra y Carlos, ambos ingenieros en paro, se han gastado 17 euros en dos cazadoras, dos jerseys y dos gorros. Hace años, comprar ropa usada en España era visto como un signo de pobreza, pero la percepción ha cambiado. La ropa de segunda mano está de moda. Ya sea por la crisis o por el boom de todo lo que huele a alternativo, cada vez más gente recurre a este tipo de tiendas para comprar un vestuario completo a precios razonables. Según datos del portal Segunda Mano, se estima que en España la compraventa de objetos usados mueve 2.300 millones de euros anuales.

Cuando Daniel Bezares fue padre de dos gemelas, pensó que la ropa de bebé en las tiendas convencionales era excesivamente cara para el poco tiempo que se iba a usar. Entonces decidió comprar ropa de segunda mano. Se dio cuenta de que mucha gente pensaba como él y acabó montando una empresa 'on line' de compra y venta de ropa de niño y mujer usada a buen precio. Empezó trabajando desde casa, con una inversión inicial de 20.000 euros. Dos años después, tiene una oficina y dos almacenes en Las Rozas (Madrid) y factura al mes más de 200.000 euros. El nombre de la empresa es Percentil y vende 1.500 prendas cada día en más de 200 pedidos por toda España. "A cada una le aplicamos un 85% de descuento de su precio original. Le pagamos a la vendedora un 20% del precio que luego ponemos nosotros. Mandamos a un mensajero a recoger la ropa, la traemos al almacén y la procesamos. Un 40% de la que nos llega no cumple los requisitos mínimos de calidad", cuenta Daniel.

Percentil también vende en Francia y Alemania. "Más de 20.000 familias visten nuestra ropa. Hasta un pueblo de Andalucía de 600 habitantes nos han hecho 30 pedidos", cuenta Daniel, quien bromea diciendo que se ha convertido en un Mark Zuckerberg a la española gracias a la crisis. "La verdad es que la mala situación económica del país nos ha ayudado mucho. Principalmente, porque la gente no tiene dinero para comprarse mucha ropa y por eso recurren a nosotros, que les vendemos prendas casi nuevas a precios muy baratos. Pero también notamos que el complejo de comprar ropa de segunda mano está cambiando. Estamos creando un nuevo mercado en el que está bien visto adquirir ropa usada", dice.

María José y su hija Lucía de cinco años son dos clientas habituales de Percentil. A María José le detectaron hace cuatro años una enfermedad de colagenosis y pasó de una talla 38 a una 44. Tuvo que renovar entero su armario. "Descubrí Percentil por internet y pude vender mucha de la ropa que tenía prácticamente nueva", dice la mujer, que se ha sacado 300 euros vendiendo su vestimenta. Pero también compra. A su casa de Sevilla le llega cada mes una caja de ropa usada. "A mi niña pequeña le compro toda la ropa del colegio. Me ahorro muchísimo dinero. A veces me llegan vestidos que están incluso con la etiqueta puesta", asegura. Como ella, muchos consumidores han visto un enorme atractivo en esta actividad.

La ONG Humana ha desplegado 5.000 contenedores verdes por toda España. Es la única que puede ponerlos en la vía pública pagando 50 euros a los ayuntamientos por cada tonelada que recoge. Después lleva la ropa a sus tiendas (12 de ellas en Madrid y en Barcelona), donde las vende. Tiene 800.000 clientes en España y está presente en 35 países. Al ser una fundación, paga menos impuestos, aunque realice una facturación millonaria. La multinacional se queda el 85% de lo que gana con la ropa que tiramos a los contenedores. Y esto le ha llevado a recibir muchísimas críticas.

En Second Baby venden 'on line' únicamente ropa para bebé. "Son prendas prácticamente nuevas, sin manchas ni signos de desgaste. Debido a que los niños crecen tan deprisa, a muchos padres no les da tiempo a estrenar todo y algunas prendas se quedan con la etiqueta en el armario", dicen desde la tienda.

Esta moda ha llegado también a los vestidos de novia. Jesús Martín fundó hace dos años Weddalia, un portal especializado en la compra y venta del traje de novia. "Mi mujer guardaba su vestido de novia y nos daba pena que algo que estaba nuevo se quedara en el armario. Tuvimos la idea de venderlo. Empezamos a buscar y vimos que no había ninguna tienda de segunda mano especializada en ello". Su empresa ha crecido un 45% el último año y ya tienen clientes en México, Chile, Argentina y Francia. Su web cuenta con 8.000 usuarios que suben sus anuncios pagando nueve euros de beneficio para la empresa. "Pueden ahorrar hasta un 60% del precio que te cuesta un vestido normal, que ronda los 2.000 euros".

Roxana Yana también tiene una tienda en Madrid donde vende y compra segunda mano. Abrió Mil Modelitos hace tres años. "Cada vez tenemos más clientes. El negocio está creciendo, pero es difícil competir con la mafia de los contenedores ilegales. A ellos les sale la ropa gratis porque engañan a la gente que creen que los buzones para dejar prendas son de alguna ONG y, en realidad, la mayoría son de particulares que luego venden lo que sacan en mercadillos. Contra eso no podemos hacer", dice refiriéndose a la otra cara de este gran negocio de la ropa de segunda mano.

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