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Las visiones de Penélope Cruz y sus inicios como “chica Almodóvar”

Por hollisterclothingoutlet 08/12/2022 434 Puntos de vista

Cabe preguntarse si Penélope Cruz invocó la primera llamada telefónica de Pedro Almodóvar. De niña en Madrid, veía sus películas una y otra vez en cintas de Betamax, con la esperanza de que el cineasta español pudiera encontrarle un lugar en su mundo brillante y audaz. Soñaba tanto con eso que el día que la llamó para ofrecerle un papel, ni siquiera sintió que fuese la primera llamada. Más bien sintió que era la décima o la centésima conversación con alguien que ya conocía muy bien.Las visiones de Penélope Cruz y sus inicios como “chica Almodóvar” Las visiones de Penélope Cruz y sus inicios como “chica Almodóvar”

Ese vínculo se fortaleció mucho más cuando Almodóvar le pidió que fuese a su apartamento para leer las escenas. Cruz recién empezaba su carrera como actriz: era 1992 y sus dos primeras películas, Jamón, jamón y Belle époque, acababan de estrenarse, pero mientras leía sus diálogos en la cocina de Almodóvar, quien ya era una figura importante, su conexión no podría haber sido más natural.

“Es difícil explicarlo sin que suene raro”, me dijo, “pero nos conocemos y podemos sentirnos, podemos leernos la mente”.

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Cruz no bromea sobre la última parte: cuando se trata de Almodóvar, afirma poseer una intuición casi mística. El cineasta no la eligió en ese primer encuentro —el papel era para una mujer de 35 años y ella solo tenía 18— pero durante los años siguientes, la actriz siguió soñando con Almodóvar e imaginaba en qué parte de Madrid podría estar. Luego iba al teatro o a la discoteca donde se lo había imaginado y allí, entre siluetas mucho más convencionales, distinguía su inconfundible pompón de pelo.

¿Qué haces cuando sientes una conexión que es tanto natural como sobrenatural? Si eres como Cruz y Almodóvar, al final te rindes y haces siete películas juntos. Su último proyecto, Madres paralelas, protagonizado por Cruz quien encarna a una madre que lucha con un terrible secreto, es uno de los mejores. Su actuación finamente calibrada fue galardonada con la Copa Volpi en el Festival de Cine de Venecia y recibió los honores a la mejor actriz de la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles y la Sociedad Nacional de Críticos de Cine; también podría lograr que Cruz, de 47 años, y ganadora del Oscar por Vicky Cristina Barcelona, tenga su cuarta nominación a los Premios de la Academia.

Le envié un correo electrónico a Almodóvar para preguntarle qué pensaba de las visiones místicas de Cruz y, al principio, se vio tentado por la posibilidad de desacreditarlas: cuando se conocieron, las rutinas de él eran célebres en Madrid y no era difícil encontrarlo. Sin embargo, dijo que el asombroso poder de la creencia de Cruz había demostrado ser la clave de su relación de trabajo.

Penélope tiene una fe ciega en mí”, escribió Almodóvar en un extenso correo electrónico. “Está convencida de que soy mejor director y escritor de lo que realmente soy. Esa fe ciega me llena de confianza para pedirle cualquier cosa, mientras que la confianza que ella deposita en mí le permite hacer cosas durante el rodaje que, tal vez, no se atrevería a intentar con otros directores porque sabe que la estoy mirando como a través de mil ojos”.

“Pero sí”, agregó, “ella puede ser un poquito bruja”.

Hoy en día, cuando se trata de la intuición de Cruz, la gente sabe que es mejor no discutir con ella, y Madres paralelas ofrece un gran ejemplo. Fue en 1999 cuando Almodóvar le mencionó por primera vez el proyecto, y acababan de filmar dos películas juntos, Carne trémula y Todo sobre mi madre, en la que ella interpretaba a una mujer embarazada. Madres paralelas habría sido la tercera película consecutiva: mientras Almodóvar explicaba la trama de la historia, le dijo a Cruz que tenía que interpretar a la joven Ana, una de las dos madres solteras cuyos bebés recién nacidos son cambiados al nacer.

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Pero en ese momento, la intuición de Cruz se manifestó y se sintió atraída por la madre mayor, Janis, una fotógrafa segura de sí misma que lidia con un embarazo inesperado y un capítulo oscuro de la historia de España. El proyecto tardaría dos décadas en materializarse, pero en 2020, cuando Almodóvar le dijo a Cruz que había resucitado Madres paralelas y la tenía en mente para interpretar a Janis… bueno, ¿no es lindo cuando algo sale de una forma tan perfecta?

Es difícil imaginar a alguien que no sea Cruz en el papel porque, en muchos sentidos, ha pasado toda su vida formándose para encarnarlo. Al igual que Janis, a Cruz le encanta la fotografía, una afición que cultiva desde que era adolescente. (Emociona verla empuñando una cámara en la primera escena de Madres paralelas, instruyendo a un hombre sobre cómo posar para ella, ya que Cruz creció siendo una suerte de musa ingenua para esos hombres). En el papel de Janis es elegante y cosmopolita, mezcla jeans y ropa de diseñador con buen gusto pero nunca sobreproducida. Y, en esta etapa de su vida, cuando cría a dos hijos con su esposo, el actor Javier Bardem, ella misma experimenta la maternidad.

Las visiones de Penélope Cruz y sus inicios como “chica Almodóvar”

La trama de Madres paralelas no ha avanzado mucho cuando surge un giro inesperado: Janis descubre la verdad sobre el hijo que creía que era suyo. Mientras le oculta ese secreto a Ana, Janis se divide en dos porque debe actuar como una madre feliz y tranquila, aunque su culpa se acrecienta y pareciera que un desenlace angustioso es casi inevitable. Esa sensación de dualidad terminó siendo lo más desafiante para que Cruz pudiera conectarse con el papel, dijo el director del filme.

“Poder expresar, a la vez, un sentimiento y su sentimiento opuesto es increíblemente difícil”, dijo Almodóvar, “y Penélope lo logra, aunque eso no está en su naturaleza”. Cruz pidió hacer un proceso de ensayos inusualmente largo que duró varios meses, mientras trataba de llegar al núcleo de un personaje que experimenta un conflicto constante con sus propios sentimientos.

Janis debe reprimirse, pero Penélope Cruz no. Durante una videollamada desde Madrid, se mostró cálida y efusiva, y a pesar de estar confinada a la ventana de Zoom, logró utilizar todo el encuadre, gesticulando de manera expresiva como quien juega a las charadas. “¿Cómo hablar de esta película sin sonar como: ‘Ay, pobre de mí, sufres tanto con un personaje así?’”, se preguntó. “Pero tampoco quiero mentir y decirte que fue muy fácil”.

Almodóvar filma sus películas en secuencia, por lo que, aunque Janis no puede saber qué tragedias están a la vuelta de la esquina, Cruz lo sabía muy bien y comenzaba a contar los días que faltaban para sus escenas más duras. “Sabía que sería una adrenalina intensa, probablemente sería la grabación más intensa que he hecho, y lo fue”, dijo. Sin embargo, mantuvo todos esos sentimientos contenidos, como debía hacerlo Janis, hasta que la filmación de una escena climática terminó siendo tan desgarradora que Almodóvar mismo tuvo que ayudarla a levantarse del suelo donde yacía devastada.

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“Me gustaría que pudieras hacerlo sin sufrir tanto”, le dijo Almodóvar. Pero Cruz no ve las cosas de esa manera.

“Cuando miro hacia atrás, no lo recuerdo como un sufrimiento”, dijo, “porque fue por ella, fue por Janis, o por todas las mujeres que podrían estar en esa situación de perder lo que más aman. Para mí, ella estaba viva. Ella es una criatura real que él creó”.

Entonces, cuando Cruz explica que Madres paralelas es lo más difícil que ha hecho, lo dice en el buen sentido: aunque Janis y Cruz inicialmente parecen muy similares, interpretar a esa mujer hizo que la actriz superara sus límites mucho más allá de lo que jamás podría haber imaginado. “Tengo una sonrisa en el rostro porque me dio mucho y me hizo sentir muy viva creativamente”, insistió. “Estaba emocionalmente agotada pero, al mismo tiempo, disfrutaba cada segundo”.

SI LE PIDES A LA GENTE que conoce bien a Penélope Cruz que la describa, siempre surge un adjetivo. “Toda mi vida he escuchado lo terca que soy”, me dijo Cruz, y luego hizo una pausa. “No sé si es porque soy Tauro”.

En cualquier caso, esa terquedad le ha funcionado. Cuando Cruz tenía 14 años y quería incursionar en la actuación, postuló para entrar a un programa de nuevos talentos en Madrid que era dirigido por la agente Katrina Bayonas. Como había que tener al menos 16 años para poder participar, Cruz mintió sobre su edad. Bayonas, que sospechaba del engaño, le dio a Cruz una escena complicada de Casablanca para que la leyera, sabiendo que eso sobrepasaba las capacidades de la jovencita.

Cruz trató de interpretar el material y fue despedida las dos veces que entró pero, en la tercera ocasión, hizo una improvisación que le permitió descargar toda la rabia y frustración que sentía porque no la tomaban en serio. Bayonas quedó impresionada por su talento y su carácter incansable, y luego la llamó para decirle que de las 300 personas que se postularon la había seleccionado para representarla. (Décadas después, ella sigue siendo la agente española de Cruz).

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Le pregunté a Cruz por qué era tan decidida en ese entonces, tan segura de sí misma. Tal vez se debía a que era Tauro o tal vez le inculcaron algo más durante la infancia, cuando pasó años estudiando ballet clásico y a veces practicaba hasta cuatro horas al día. “La sensación de que te sangran los dedos de los pies, pero sigues adelante con una sonrisa, eso realmente te moldea”, dijo.

Fue muy parecido cuando su carrera comenzó a despegar y la empezaron a llamar para que actuara en películas estadounidenses: aunque Hollywood a veces la sumía en un estado de alerta constante, ella siguió manteniendo su sonrisa. Los directores de habla inglesa no siempre sabían qué hacer con ella, y a menudo la elegían como el simple interés amoroso en películas como The Hi-Lo Country y All the Pretty Horses. Algunas de sus películas destacaron, como Blow y Vanilla Sky, sus dos proyectos de 2001, pero no fue sino hasta 2006 cuando volvió a trabajar con Almodóvar, en Volver, que logró su primera nominación al Oscar. En ese momento, le demostró a Hollywood el tipo de actuación protagonica, y con gran intensidad, que podía realizar.

Vicky Cristina Barcelona llegó dos años después, seguida de su actuación en el musical Nine, por el que también fue nominada. Desde entonces, Cruz ha alternado su carrera entre las grandes películas de Hollywood, como el filme de acción The 355 que se estrenó este mes, y producciones más independientes ambientadas en España. Y, cada tantos años, se reencuentra con Almodóvar, quien siempre está ansioso por llevarla al siguiente nivel.

“En sus papeles españoles, es más fácil presenciar su crecimiento y su extraordinaria versatilidad”, escribió Almodóvar. “Aunque sabía que Hollywood se interesaría en ella, no ha desarrollado sus capacidades al máximo en los papeles de habla inglesa”. Aunque en algún momento creyó que Cruz había hecho su mejor trabajo estadounidense en El asesinato de Gianni Versace: American Crime Story, la serie de 2018 en la que interpretó a una Donatella Versace de acero, Almodóvar asevera que “aún no hemos visto lo mejor de Penélope en el mercado estadounidense”.

Pero Cruz no se arrepiente de nada. “Nunca he visto mi carrera en Hollywood y mi carrera en Europa como algo separado”, dijo. “Me siento muy afortunada por las ofertas que he recibido desde el principio. Algunas han sido mejores que otras, pero no puedo mirar hacia atrás y solo juzgarlas por los resultados, los premios o las críticas. Cada paso cuenta”.

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Ella reconoce que, durante algún tiempo, cuando volaba entre Madrid y Los Ángeles y hacía hasta cuatro películas al año, asumió un nivel de estrés relacionado con su carrera que sabía que era insostenible. “Era un ritmo loco, y comencé a pagar por eso”, dijo. “Le estaba dando todo mi tiempo a los personajes, pero no a mi propia historia, ni siquiera a mi familia”.

Y la familia es importante para Cruz porque desde que tiene uso de razón quiso ser madre: de niña, incluso agarraba las inyecciones de insulina de su abuela y le ponía las agujas a todas sus muñecas. Sabía que no quería tener hijos a los veinte años, cuando todavía estaba enfocada en su carrera. Pero, al final de la treintena, cuando se casó con Bardem, quien solía ser su coprotagonista y pudo volverse más selectiva con sus proyectos, bajó el ritmo y dio a luz a su hijo, Leo, y luego a su hija, Luna.

“La naturaleza te da unos meses para prepararte, pero desde el momento en que ves a tu hijo o a tu hija, todo cambia”, dijo Cruz. “Incluso cambia tu ego. Inmediatamente lo ubica en un lugar más saludable”.

Claro, a menos que seas Janis, el personaje de Madres paralelas que debe lidiar con una gran cantidad de nuevos problemas. Pero la maternidad ayudó a que Cruz comprendiera por qué Janis se ve obligada a guardar secretos tan extremos con el fin de proteger a su hijo. “Yo no habría hecho algo muy distinto”, dijo Cruz. “Mucha gente me dice: ‘Bueno, sé que tiene un gran dilema moral, pero lo que hace no es muy ético’. Y yo les pregunto: ‘¿Eres padre? ¿Eres madre? Porque, si lo fueses podrías imaginar esa situación’”.

A MEDIADOS DE DICIEMBRE, cuando Cruz fue homenajeada por su carrera en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Almodóvar la felicitó con un saludo grabado en video. “Me dijiste que me cuidarás cuando sea viejo”, dijo al final del video. “Todavía no soy tan viejo, pero espero que cumplas tu palabra. Cuando sea un anciano, espero que vengas y te conviertas, en ese caso, en mi madre”.

Cuando le preguntaron por ese momento, Cruz aún no lo podía creer. “¿Te imaginas ver ese video justo antes de que tenía que hablar?”, dijo. “Lo gracioso de Pedro es que nunca me lo diría solo, en persona. Prefiere decirme eso en un video que probablemente lo van a ver miles de personas”.

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Pero recuerda la conversación a la que se refiere el director. Hace dieciocho años, ella le dijo cuánto lo amaba y que podían contar el uno con el otro para siempre. Incluso recuerda la forma en que el rostro de Almodóvar cambió cuando se lo dijo. “Al decirme eso, no solo está pidiendo algo para él”, dijo Cruz. “Me está poniendo en un lugar de tanto valor en su vida, de tanta confianza. Es una forma de decir: ‘Quiero que estemos conectados por el resto de nuestras vidas’”.

Puede parecer inusual que un hombre mayor le pida a una amiga más joven que se convierta en su madre, pero la forma en que Almodóvar ve la maternidad siempre ha parecido muy poco tradicional: después de todo, Cruz interpretó a una monja embarazada en Todo sobre mi madre, una de sus películas. Las mujeres de Madres paralelas no esperaban tener hijos y, a veces, luchan con lo que la sociedad espera de ellas. Pero la maternidad solo es limitante si tú lo permites. La película culmina con un cuadro de vínculos maternos, algunos biológicos, otros no, que es conmovedor, casi de una manera insoportable.

Para Cruz y Almodóvar, la maternidad no es una simple posición de cuidado: si tienes la suerte de ser madre de alguien que te importa, eso puede ser la máxima expresión de empatía y devoción. En ese contexto, todas esas visiones que Cruz tuvo de Almodóvar no parecen tan extrañas. Tal vez su obstinada y abrumadora certeza de un amor profundo que duraría toda la vida fue solo la intuición de una madre.

(*) Kyle Buchanan, reportero de cultura pop que vive en Los Ángeles, escribe la columna The Projectionist. Antes fue editor en Vulture, el sitio web sobre espectáculos de New York Magazine, donde cubría la industria del cine. @kylebuchanan

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