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"Las mujeres nos estamos replanteando el mundo desde el feminismo y desde la transformación": Jazmina Barrera

Por hollisterclothingoutlet 13/08/2022 521 Puntos de vista

Jazmina Barrera ha bordado con retazos de Historia, literatura, recuerdos propios y ajenos, una novela zurcida con pasión y paciencia. Cuenta, por ejemplo, que durante la Segunda Guerra Mundial a las mujeres cautivas en el campo de Changi, Singapur, se les permitió dar clases de bordado y costura con retazos de tela, una de ellas, Ethel Mulvany, consiguió permiso para coser tres colchas para sus esposos e hijos recluidos en un campo militar, cada mujer tuvo un trozo de la tela donde bordó flores, el nombre de ellos, palabras de aliento y mensajes en código donde les contaban que estaban vivas y bien.

La narradora, ensayista y editora nacida en la Ciudad de México en 1988, consiguió en “Punto de cruz” (Almadía/Universidad Autónoma del Estado de México, 2021) entretejer con trama fina relatos como el de un grupo de mujeres chilenas que durante la Dictadura de Pinochet bordaron arpilleras –un tejido comunitario— y allí narraron las historias de sus desaparecidos, denunciando la violencia y exigiendo justicia. Varios de esos bordados salieron de Chile para contarle al mundo las atrocidades, las arpilleras fueron perseguidas y acosadas.

“Siempre hubo, desde los feminismos más intuitivos de hace siglos, pequeñas rebeliones a través del bordado; esta misma herramienta que se dio para reprimir a las mujeres también, y creo que de manera más directa desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, fueron tomados por las feministas, empezando por las sufragistas de Escocia, que recuperaron el bordado, lo reivindicaron, lo empezaron a utilizar como una herramienta fundamental de comunicación, de expresión y de protesta”, señala Jazmina Barrera en entrevista.

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¿Cómo pasó el bordado de la represión a herramienta de denuncia?

Es una tradición que sigue viva hoy más que nunca. En México el bordado es fundamental para todos los movimientos de búsqueda de personas desaparecidas, es fundamental para los movimientos feministas; las marchas están llenas de bordados, internet está lleno de bordados con frases de protesta, de denuncia, frases sexuales de denuncia, este libro busca ser un pequeño homenaje a todas esas mujeres que alguna vez se sentaron a crear o a decir algo desde el bordado.

¿En tu caso el bordado como liberación?

Yo fui muy privilegiada porque nunca se me impuso el bordado como una obligación, yo lo aprendí con mi abuela cuando era niña y después en la escuela donde estudié, mi maestra de computación nos daba un taller de bordado que fue donde terminé de aprender, no pasé por eso por lo que si pasaron miles de millones de mujeres en la historia, que es verse obligadas a aprender la costura y el bordado, a hilar como una actividad femenina. Hubo muchas que aprovecharon esas herramientas para subvertir esa represión y hubo otras que no, mi abuela por ejemplo nunca disfrutó bordar y aun así lo hacía muy bien y aun así me enseñó, pero lo odiaba en realidad.

Foto: CORTESÍA ALMADÍA.

¿“¿Punto de cruz” es un homenaje a la amistad, a las luchas de las mujeres?

Esa era también una de las principales ideas, explorar cómo se dan las amistades entre mujeres, en particular en la adolescencia, en particular en ese contexto de la clase media mexicana y en el gran contexto de la guerra contra las mujeres y de un montón de violencia que se atraviesa en esa etapa de la vida de estas chicas, creo que buscaba yo retratar esas complicidades, esas sororidades, esas resistencias y resiliencias y también todo lo demás, los conflictos, las complejidades, los deseos, todo lo que se mezcla ahí.

¿Bordar y escribir para sanar esa etapa de violencias y aprendizajes?

Creo que es la primera vez que lo hago tan a consciencia y con estos nuevos ojos que tengo, es muy distinto vivir lo que viví y regresar a ello tantos años después con las herramientas que tengo ahora, fue un ejercicio a la vez difícil y doloroso y sanador y muy interesante.

¿Una novela tapiz donde se empareja bordado y literatura, hay un texto de Margo Glantz que el bordado ha constreñido a las mujeres?

Yo quería hablar sin hablar un poco de las coincidencias entre la escritura y el bordado y busqué fragmentos de literatura donde aparecía el bordado, y de manuales de bordado o de costuras donde se hiciera una literatura involuntaria. Y en esa búsqueda por supuesto di con un texto maravilloso de Margo Glantz que es un referente fundamental para México, para muchísimas escritoras jóvenes, sobre todo las que buscamos una escritura más experimental, más independiente de los cánones genéricos, creo que el trabajo de Margo en el fragmento ha sido espectacular, y en mi genealogía personal es una referencia fundamental.

Hay varias citas de escritoras, ¿la literatura también como liberación?

Sí, yo creo que sucede lo mismo con el bordado, la historia de estas tres mujeres está escrita en esta Historia con mayúscula del bordado en tantas culturas, en tantas épocas, y están directamente vinculadas, los gestos que hacen, las puntadas que hacen las vinculan con mujeres de todos los tiempos y de todas partes del mundo.

Aquí está la amistad de tres amigas, una de ellas muere ¿el bordado como sanación?

Creo que hay un vínculo muy fuerte entre la memoria y el bordado porque al momento de bordar se queda en la tela nuestro tiempo, nuestros gestos, nuestra paciencia, todos esos cachitos de nosotros se quedan en la tela, entonces bordar esas historias, bordar esos nombres es un homenaje en donde se queda el cuerpo y bueno la tela siempre ha tenido estos vínculos rituales porque la ropa que utilizamos se impregna de nuestra esencia, de la forma de nuestro cuerpo, de nuestro olor, es nuestra segunda piel, y por eso las prendas de las personas que ya no están son tan atesoradas, hay todo un vínculo, toda una relación entre la memoria, la ausencia y el bordado que es un tema inabarcable.

¿El bordado como metáfora de vida?

Leía hace poco que los primeros usos que se encuentran para hilar son anteriores posiblemente a la agricultura, sin duda a la escritura y a otras tecnologías, es una tecnología el hilado, la costura y el bordado, son tecnologías que han sido además fundamentales para la historia de la humanidad: la tela que se hacía con el hilo que hilaban las mujeres con tanta paciencia durante horas y horas al día servía para las velas de los barcos, para los costales de la harina, para la ropa de las personas, era algo que siempre estaba en demanda y que tomaba muchísimo tiempo de hacer, por eso se fueron buscando nuevas tecnologías que aceleraran los procesos, porque siempre tomaron mucho tiempo, pero son parte fundamental de la historia de la humanidad.

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¿Una novela de memorias detonada por la muerte?

Las personas que nos acompañan durante tanto tiempo, como sucede en las historias de estas chicas, se vuelven testigos de nuestra vida y esas memorias compartidas, una vez que una de las personas no está, se hace necesario muchas veces documentarlas, escribirlas, dejar huella de ellas, bordarlas; esa es también una de las ideas importantes del libro.

¿Es una novela tapiz bordada desde el fragmento?

Una de las principales razones por las que escribo es para dialogar con otros libros, con otras ideas, con otras personas, en ese sentido las referencias literarias espero que funcionen como puentes hacia otros libros y hacia otras formas de pensar y hacia otras cabezas. También creo que este libro se inscribe en una conversación actual de la que participan muchas escritoras contemporáneas que tiene que ver con replantearnos el mundo desde el feminismo, desde el cuidado ambiental, desde un montón de cosas que están transformando al mundo.

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