Ni alcoholismo ni anorexia. La 'drunkorexia' quiere describir una nueva patología extendida entre los jóvenes a medio camino entre un trastorno alimentario y el alcoholismo.
En la genética de los adolescentes se encuentra la búsqueda de nuevas experiencias. Una "buena borrachera", si se permite la expresión, es una de esas experiencias que pocos quieren perderse pero que, llevado al extremo, puede convertirse en un serio problema.
Aunque la ‘drunkorexia’ no se utiliza como un término clínico, diversos estudios afirman que existe una patología caracterizada por la restricción del consumo de alimentos para compensar el exceso de calorías que proporciona la ingesta de alcohol. Esta, afecta sobre todo a jóvenes entre 18 y 26 años.
El alcohol, después de las grasas, es la sustancia que más engorda, unas 700 calorías por 100 gramos frente a las 37 calorías que nos aportarían las zanahorias o las fresas con la misma cantidad.Intentar compensar este aporte calórico evitando alguna comida es, desde un punto de vista médico, una barbaridad.Según la nutricionista Silvia Romero, “si no comemos para compensar las calorías del alcohol estamos poniendo en grave peligro nuestra salud, ya que estas son vacías, es decir, no nos aportan nada”. Es de los alimentos de donde obtenemos los nutrientes esenciales que se necesitan para vivir de manera saludable.
Varios estudios demuestran el efecto nocivo que tiene para la salud este tipo de prácticas en las que se evita consumir alimentos para compensar las calorías del alcohol. Pero no es la única mala praxis que muchos jóvenes llevan a cabo. Tal y como afirma Montse Folch, nutricionista del hospital barcelonés Teknon, “muchos cenan poco y luego toman alcohol con tal de que la intoxicación etílica llegue antes”. Cuando nos saltamos alguna comida y consumimos alcohol, “este llegará más rápido a la sangre y se incrementan los efectos tóxicos en el cerebro y el resto del organismo”, explica por su parte Romero.
Según la Psicóloga General Sanitaria y Directora de Psicotools Marisa Parcerisa, los jóvenes no son conscientes de las graves consecuencias que puede ocasionar el consumo. Forma parte de la normalidad de muchos de ellos consumir 4 o 5 copas durante los fines de semana y la realidad es que esto puede acarrear graves problemas de salud.
Si no comemos para compensar las calorías del alcohol ponemos en grave peligro nuestra salud, ya que estas son calorías vacías
Silvia RomeroNutricionistaTal y como afirma Romero, un consumo excesivo de alcohol “puede producir enfermedades crónicas como hipertensión arterial, enfermedades del hígado, accidentes cardiovasculares, cáncer, depresión, ansiedad, problemas digestivos, abortos…” Y no olvidemos que puede derivar en una de las adicciones más difíciles de curar: el alcoholismo.
Para aparentar ser adultos o sentirse más simpáticos, algunosjóvenes utilizan el alcohol como válvula de escape. Un consumo que se inicia cada vez a edades más tempranas y con mayor intensidad.
Tanto las personas que presentan problemas con el consumo de alcohol y las que desarrollan trastornos alimentarios, tienen asociados, en muchos casos, algún síntoma psicológico previo. En el caso del alcohol, tal y como cuenta Marisa Pacerisa, “los trastornos psicológicos como ansiedad y depresiones se suelen dar simultáneamente con la ingesta de este". La depresión, la ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad o las conductas adictivas son, según Pacerisa, "los trastornos más habituales que podríamos asociar a los trastornos alimentarios".
La covid ha reseteado el mundo tal y como lo entendíamos. Las pruebas se dan en todos los ámbitos y tanto a nivel psicológico como nutricional evidencian la presión emocional que la pandemia ha supuesto para los jóvenes. Montse Folch, nutricionista del hospital Teknon, se ha dado cuenta de que “la pandemia ha aumentado el consumo de alcohol. Como no nos cansamos tanto, nos ponemos más nerviosos y consumimos más, que este actúa como ansiolítico.” Por su parte, Parcerisa afirma que “muchos jóvenes consumen alcohol para evadirse y soltar toda la rabia, la frustración o la impotencia acumulada a lo largo de los últimos meses.”
Una patología que se da más entre el género femenino
Un estudio publicado por la National Library of Medicine concluye que la imagen corporal ejerce más presión sobre las mujeres y por lo tanto, estas tienen mayor riesgo de padecer algún tipo de trastorno alimentario o ‘drunkorexia’.
La belleza ha estado siempre muy vinculada al sexo femenino. Ya desde la Prehistoria, el ideal de belleza se daba por la necesidad de reproducción. Es por ello que se valoraban las mujeres con cuerpos voluminosos, con tal de llevar a cabo una reproducción efectiva y minimizar los riesgos de muerte en el parto.
Aunque la sociedad del siglo XXI está cambiando sus paradigmas, “es un hecho innegable que la mujer sigue teniendo asociados unos cánones de belleza que otorgan mucha importancia a la imagen corporal”, comenta Parcerisa.
Internet y las redes sociales son el nuevo espejo de las jóvenes. Los cánones de belleza se expanden a través de las plataformas y hoy, los cuerpos delgados y ejercitados son su mantra. Marisa Parcerisa afirma que estas caen sin darse cuenta en la comparación. “Dicha comparación les lleva a buscar la perfección de sus cuerpos, obligándose a someterse a duras dietas que, sumado a pasados difíciles (abuso físico, de poder y/o sexual, bullying, etc.) pueden ser los detonadores para desarrollar un trastorno alimentario”, continúa.
La imagen femenina es la que más se reproduce en nuestra mente cuando hablamos de trastornos alimentarios, dado el gran número de mujeres que los sufren en comparación a los hombres. Estos “si han experimentado situaciones de índole traumática en su pasado, suelen acabar desarrollando problemas con otro tipo de adicciones como el alcohol, las drogas o el sexo”, termina Parcerisa.
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