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Moda Femenina

Alessandro Sartori: “Queremos estar cómodos, pero con una silueta que favorezca; vestir bien para trabajar, aunque sea desde casa”

Por hollisterclothingoutlet 20/08/2022 567 Puntos de vista
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Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

El traje de oficina estáen crisis, pero Alessandro Sartori, directorcreativo de Ermenegildo Zegna, no tiene miedoal futuro porque llevaaños trasladandolos métodos y los tejidosde la sastrería clásicaa una generaciónde prendas marcadaspor la comodidad.

Carlos Primo

En julio de 2019 el grupo Ermenegildo Zegna adquirió la participación mayoritaria de Dondi, una fábrica de prendas de punto de calidad. El movimiento tuvo cierta repercusión en los medios especializados, pero mucho menos que la adquisición, un año antes, de la firma estadounidense de autor Thom Browne. Que Zegna comprara Dondi era, a ojos de los analistas, un giro empresarial previsible, un modo de ampliar la panoplia de talleres de esta firma nacida en 1910 como fabricante de tejidos de lana y que hoy es una de las joyas del made in Italy, célebre por sus trajes a medida y su línea de moda masculina.Alessandro Sartori: “Queremos estar cómodos, pero con una silueta que favorezca; vestir bien para trabajar, aunque sea desde casa” Alessandro Sartori: “Queremos estar cómodos, pero con una silueta que favorezca; vestir bien para trabajar, aunque sea desde casa”

Sin embargo, en marzo de 2020 la pandemia detuvo el mundo y millones de hombres dejaron de utilizar traje a diario. Empezaron a teletrabajar y se pusieron cómodos. Y entonces la adquisición de Dondi se reveló decisiva. “Ahí teníamos toda la experiencia y el conocimiento necesarios para contar la historia que queríamos contar”. El diseñador Alessandro Sartori (Biella, 54 años), director creativo de Ermenegildo Zegna, sostiene en las manos el resultado de esa decisión providencial. Es una americana elaborada en cachemir. Sartori nos atiende desde las oficinas de la marca en Milán antes de estrenar en medios digitales su colección para el próximo otoño. Durante la videoconferencia, la cámara sigue al director creativo por los percheros, se aproxima para apreciar los detalles y solo se detiene cuando, tras recorrer la colección, el diseñador se sienta a responder nuestras preguntas. En Zegna se toman el teletrabajo en serio. Y la observación, también.

“El punto de partida es pensar qué necesitamos en nuestros armarios, y qué tenemos en nuestros armarios pero ya no necesitamos”, apunta Sartori. “Y lo que nos dicen nuestros clientes es que necesitamos punto, chaquetas ligeras, prendas multifuncionales y combinables”. El año pasado sus tiendas idearon un protocolo para atender a sus clientes por videoconferencia. “Cuando entras en casa de la gente te das cuenta de muchas cosas que antes no sabías”, apunta. “El cliente te enseña una chaqueta azul y un abrigo gris, y quiere un pantalón que le vaya bien con los dos. Eso no pasa en las tiendas físicas. Nadie se lleva su armario a cuestas cuando sale de compras”.

Alessandro Sartori: “Queremos estar cómodos, pero con una silueta que favorezca; vestir bien para trabajar, aunque sea desde casa”

El resultado de ese trabajo de campo es la colección del próximo otoño. Hay abrigos sin forro, gabardinas ligeras con grandes bolsillos y sutilísimos chándales. Y hay trajes, claro. Pero menos que antes. “Es un hecho”, dice Sartori, “hombres que antes compraban varios cada temporada, ahora quieren algo distinto. Y no es cuestión de dinero ni de parecer más jóvenes, sino de un cambio de mentalidad. Queremos estar cómodos, pero con una silueta que favorezca. Queremos vestir bien para trabajar, aunque sea desde casa”.

La apuesta por la ropa deportiva de lujo vertebra buena parte de la moda masculina de hoy, pero sorprende escucharla en boca del portavoz de una marca que en el imaginario colectivo sigue siendo sinónimo de sastrería de precisión. ¿Qué pasa entonces con los trajes? “La sastrería seguirá siempre ahí, pero mucho más a medida que en prêt-à-porter”, responde. “Siempre tendremos trajes listos para comprar, pero en menor proporción. Si quieres un traje azul, lo encuentras seguro. Si buscas algo más especial, te lo hacemos a medida y te lo entregamos en tres semanas en cualquier lugar del mundo”.

Sartori pone un ejemplo práctico capaz de desencadenar una lluvia de síes en el consejo de administración más escéptico. “Esta mañana he revisado los proyectos de las tiendas que vamos a abrir este verano en Corea del Sur, China y Estados Unidos. Los responsables de estos mercados nos están pidiendo que toda la tienda esté dedicada a la ropa cómoda y deportiva, con una sola sala para la sastrería a medida. Antes sucedía justo lo contrario. Los trajes ocupaban cuatro quintos de cada tienda. El futuro está claro. Para acertar en la moda hay que anticiparse a las peticiones de los clientes. El éxito consiste en llegar a la cita cinco minutos antes. Si llegas tarde, fracasas”.

El empeño de Zegna es estar en el lugar adecuado en el momento exacto. Y su potencia en China, que con más de 60 tiendas es su primer mercado, le ha permitido amortiguar la crisis del sector. Tal y como revelaba el verano pasado Gildo Zegna, consejero delegado y tercera generación al frente de la empresa, el gigante asiático supuso en 2019 el 40% de los ingresos de la empresa. Incluso a pesar de la pandemia, en la segunda mitad de 2020 Zegna logró mantener en China un crecimiento de doble dígito. Su volumen de negocio global en 2020 ha superado los mil millones de euros. La cifra es menor que la de 2019, cuando facturó 1.300, pero, dado el descalabro general, “podría haber sido peor”, en palabras de Zegna.

El giro deportivo de Zegna, por tanto, es todo menos gratuito. Y no implica quemar las naves. “Estas prendas se hacen en los mismos talleres de los que salen nuestros trajes a medida”, explica Sartori. “Tener el lanificio [la estructura que agrupa la actividad lanera del grupo] es como para un cocinero tener el huerto al lado de la cocina”. La misma fibra de cachemir o de vicuña sirve para hacer un abrigo clásico, una chaqueta sin hombreras o una camisa de punto. Incluso prendas para mujer, aunque solo bajo pedido. “Hay necesidades no satisfechas”, explica. “En nuestro armario siguen faltando productos intercambiables y multifuncionales. Por ejemplo, una camisa de sastrería que también se pueda usar como chaqueta. Nuestras prendas son sostenibles porque se hacen a mano y duran muchos años. Somos hipermodernos, pero cercanos”.

Sartori nació en Biella, no lejos de Trivero, el hogar de Ermenegildo Zegna. Estudió diseño y al terminar echó el currículo cerca de casa. “Cuando me contrataron, me sentí como un futbolista fichando por el equipo de sus sueños”. Sartori alcanzó relevancia en 2003, cuando se hizo cargo de Z Zegna, la línea con que la empresa dio un primer paso hacia la moda de autor.

El canterano resultó ser el delantero perfecto. Estuvo en el cargo hasta 2011, cuando aceptó la dirección creativa de Berluti. En 2016 regresó a Zegna, esta vez como director creativo y responsable máximo de sus colecciones de moda. “Cuando llegué a la empresa por segunda vez, la antigua fábrica de tejidos se había convertido en una marca global con licencias, accesorios, ropa y campañas”, recuerda. “Lo interesante es que en el fondo todo sigue siendo artesanal y familiar. Es una de las pocas empresas que operan así. Gestionamos desde los rebaños de ovejas en Australia hasta el producto final en tienda. Las marcas capaces de hacer eso se cuentan con los dedos de una mano. Chanel, Loro Piana, Hermès, Zegna. Y ya. Eso marca la diferencia. Cuando llegué a Zegna por primera vez, había corazón. Ahora sigue habiendo corazón, pero también cabeza. Y es muy emocionante”.

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