MUJERES Y DEPORTE
Los micromachismos son pequeños gestos y actitudes presentes en el día a día que reflejan una relación desigual entre hombres y mujeres
Horario de las manifestaciones contra la violencia de género en las diferentes comunidades
MARÍA CASAS CABÓS
A menudo muchas personas utilizan expresiones o realizan actos con los que, sin darse cuenta, menosprecian la figura de la mujer o la sitúan en una posición de inferioridad respecto a los hombres. Es el caso de los micromachismos, un término que describe “comportamientos, prácticas y estrategias cotidianas con las que se ejerce el poder de dominio masculino y que atentan en diversos grados contra la autonomía de las mujeres”, según la definición de la Fundación de Español Urgente (Fundéu).
La expresión “micromachismo” fue creada en 1991 por Luís Bonino Méndez, un psicoterapeuta especializado en temas de género, para referirse a actos enmarcados en la llamada “violencia blanda”. El término servía para englobar aquellas expresiones que intentan dejar a las mujeres en un nivel inferior, ya sea en situaciones cotidianas, en el trabajo o en el ámbito deportivo, entre otros.
Los micromachismos son sutiles, pues han sido socialmente aceptados hasta hace pocos años, y son poco visibles, porque es difícil encontrar pruebas físicas o psicológicas para identificar este problema.
Para aprender a identificar las actitudes machistas del día a día, resulta muy útil el mapa de conceptos representado en ‘El iceberg de la violencia de género’, donde se sitúan los diferentes tipos de violencia de género que existen. Los micromachismos se encuentran en la categoría más baja del contexto invisible.
¿Cómo distinguir un micromachismo?
Los micromachismos se alejan de la violencia física, pero tienen los mismos efectos sobre las mujeres porque ejercen un control sobre ellas y, además, las privan de derechos y oportunidades.
Los micromachismos son muy comunes, tanto entre hombres como incluso entre mujeres. No llaman la atención porque forman parte del discurso social más aceptado, que no resulta violento ni tiene mala intención. En parte, son una herencia de las actitudes machistas que hoy en día ya no están bien vistas pero siguen produciéndose en diferentes ámbitos.
Un ejemplo de micromachismo en casa sería cuando el hombre no realiza las mismas tareas domésticas porque asegura que “no sabe hacerlas” o que “su mujer lo hace mejor”. También lo sería el hecho de celebrar que el hombre “ayuda” en casa, cuando en realidad estas tareas son responsabilidad de todos las personas que viven en una casa.
Uno de los micromachismos más comunes en la calle es cuando un hombre le lanza un piropo a una mujer que no conoce o hace chistes sexistas. También cuando el cambiador de bebés se encuentra sólo en el baño de las mujeres, suponiendo que son ellas quienes se ocupan de cuidar a los niños.
Estas situaciones también son comunes entre los grupos de amigos, cuando se cuestiona a un hombre por practicar deportes considerados “femeninos” o cuando alguien se calla ante un comentario machista realizado por otra persona.
Micromachismos en el deporte
Los micromachismos también son habituales en el mundo del deporte. Y no solo sobre el terreno de juego, sino también en la representación que se hace en los medios de comunicación especializados.
Un estudio realizado en 2020 por Susana Guerrero Salazar, profesora de la Universidad de Málaga, mostraba que las portadas de los principales diarios deportivos españoles ignoran los triunfos de las mujeres deportistas y siguen dando protagonismo a los hombres. Esta investigación pone en evidencia la mirada sexista de la información deportiva, un obstáculo más para alcanzar la igualdad de género en el deporte.
El estudio analiza las ediciones impresas de Marca y Sport, los diarios deportivos más leídos, durante los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016, cuando las mujeres consiguieron más medallas que los hombres. Las conclusiones muestran que el 70,5 % de las portadas no presenta ninguna foto de mujer deportista y que tan sólo el 6,3 % de estas portadas presenta a la mujer en el centro de la portada.
Otro ejemplo de micromachismo es la indumentaria que deben llevar los deportistas dependiendo de si son hombres y mujeres. A veces, las mujeres atletas deben llevar ropa más ajustada, sin seguir ningún criterio deportivo, como sucede en el balonmano playa. Durante el Campeonato de Europa de Balonmano Playa que tuvo lugar este 2021 en Varna (Bulgaria), las jugadoras de la selección femenina de Noruega se negaron a vestir el biquini reglamentario porque lo consideraban un vestuario sexista. La Federación Europea de Balonmano les impuso una multa, pero su reivindicación dio la vuelta al mundo.
La tenista Serena Williams también denunció un trato machista tras la final del Open de Estados Unidos en 2018, cuando el árbitro la penalizó con tres puntos por tres infracciones: recibir instrucciones de su entrenador, romper la raqueta y llamarle “ladrón” y “mentiroso”. Según Williams, cuando un hombre protesta por estas razones es “sincero”, mientras que a ella la trataron de “histérica” por expresar sus emociones.
Por suerte, cada vez hay más gente concienciada que quiere promover la idea de igualdad entre hombres y mujeres en el deporte. Desde deportistas profesionales hasta los atletas más pequeños que representan el futuro del deporte.
Este es el caso de #LikeAGirl, un campaña publicitaria lanzada en el año 2014 de la mano de la compañía de productos de higiene íntima femenina Always. Mediante este vídeo publicitario la empresa pretendía reivindicar el papel de las niñas, chicas y mujeres deportistas.
El objetivo de la campaña era derribar los prejuicios y estereotipos que rodean al deporte femenino, de manera que “correr como una niña” “lanzar la pelota como una niña” dejara de ser algo negativo y que las niñas pudieran sentirse orgullosas de serlo desde bien pequeñas.
Fuentes: Always, BussinessWire, Movimiento por la Paz, STEM Women Congress, Politocracia, Susana Guerrero Salazar (Universidad de Málaga), Revista Apunts, Mujeres en Red, Oxford Languages, Fundación de Español Urgente (Fundéu BBVA), Amnistía Internacional, The New York Times.
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