El reloj había marcado las 12:00 de la medianoche y acababa de empezar el 2022. En un cuarto de una residencia en Caguas una partera y una doula se abrazaban y felicitaban. Un hombre, desorientado, no captaba por qué celebraban si todavía veía a su esposa en proceso de parto y a un bebé que aún venía en camino.
Gio Torruella Flores nació a las 12:22 de la mañana en medio de los ruidos de los fuegos artificiales. El nuevo año le trajo a María Flores e Hiram Torruella un bonito regalo. Pesó 7 libras, midió 19 pulgadas y media, y llegó al mundo a las 40 semanas y seis días de gestación.
“Jamás nos hubiéramos imaginado que iba a ser el primer bebé del año”, aseguró la madre primeriza en entrevista telefónica con El Nuevo Día, mientras alimentaba al recién nacido.
Los médicos estimaban que Gio nacería el 26 de diciembre. Fue una larga espera que culminó tras 47 horas de contracciones. Las primeras fueron las más difíciles. Torruellas cuenta que el dolor aturdió a Flores, quien en ocasiones contestaba incoherencias.
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“Fue fuerte. Ver a una persona que amas en sufrimiento, uno como esposo, es bien difícil. Al ser hombre yo no sé lo que es un dolor de regla, menos de contracciones y el parto”, dijo el hombre de 45 años.
Para manejar el dolor por tantas horas, Flores hizo mucho trabajo mental.
“Saber que el dolor no era de sufrimiento, sino que el cuerpo lo generaba por la llegada del bebé”, dijo.
Miedo, sustos y un sueño
La mujer de 34 años siempre tuvo el sueño de tener un parto en el hogar. Ella siempre ha sido —dice— de las personas que no van a una sala de emergencia a menos de que se “esté muriendo”. Nunca ha estado hospitalizada.
“No quería que el nacimiento fuera en un hospital. No quería que se me tratara como un protocolo. Quería que fuera algo mío y qué mejor que en mi casa”, contó.
Sin embargo, Torruellas confesó que estaba “superasustado” con el plan. Ya él había tenido un hijo, pero nació a través de cesárea.
“Ella quería parir en la casa, que estuvieran los perritos cerca. Aunque yo soy tradicional, no iba a tronchar su sueño”, apuntó el supervisor de una compañía multinacional.
Entonces, la pareja contactó a Yarilís García, una partera profesional certificada de Parto en Casa, y a Liz Palacios, doula y especialista en medicina placentaria de Placenta es Vida.
La comunicación fue constante. Luego de cada cita con el ginecólogo y la partera, Flores hablaba con la doula.
El 31 de diciembre, tras horas de contracciones, la abogada comenzó a experimentar “sensaciones nuevas”. Había entrado en la labor de parto activa. A las 5:00 de la tarde la partera visitó la casa y estimó que Gio podría nacer en la tarde del primer día del año. Pero no fue así.
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En la noche, la pareja llamó a la partera y a la doula. García estaba en una fiesta de Despedida de Año. Así que se tuvo que cambiar la ropa que llevaba.
“Ellas llegaron y se encerraron en el cuarto. Yo me quedé afuera como que, ‘¿Y yo?’. Así que entré y ella (Flores) estaba de pie y la doula la estaba abrazando. Y estaban haciendo squats. Dije: ‘Qué cosa loca, si ella lo que quiere es parir’. Pero todo era parte del proceso”, rememoró con comicidad el progenitor.
Y llegó el Año Nuevo. En ocasiones, el ruido de los fuegos artificiales era tal, que la partera no podía escuchar los latidos del bebé. Veintidós minutos después, Gio había salido de la placenta y estaba en los brazos de sus padres.
“Fue un sentimiento de alivio el tenerlo en mis brazos, de satisfacción, de ver que lo hicimos juntos. Ahora, todavía estoy cayendo en tiempo y espacio. Fueron casi dos días sin poder dormir. Mucha adaptación y asimilando el proceso”, manifestó Flores.
Toruellas, por su parte, agradeció el trabajo y el acompañamiento de la doula y la partera porque, en parte, le alivianaron los temores y miedos que tenía.
“Fue una experiencia bien bonita porque yo lo esperaba distinto. Es algo que todos deberían vivir. Miras a tu pareja de otra manera. Comienzas a ver la vida de otra manera”, aseguró.
¿Cagüeño o ponceño?
Gio ha desatado una pequeña pugna entre dos municipios que se lo disputan: si bien su familia es de Ponce, el pequeño nació en Caguas.
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“Primer bebé del año es un criollito. Gio, el primer bebé del 2022 es nada más y nada menos que un bebé nacido en nuestra amada ciudad”, escribió el alcalde de Caguas, William E. Miranda Torres, en sus redes sociales.
Incluso, el primer ejecutivo municipal fue ayer, martes, a visitar a la familia Torruella Flores y le llevó algunos obsequios. Curiosamente, entre ellos había una ropa que tenía impregnada una imagen de un león, el símbolo de los ponceños.
“Alguien lo resolvió: ponceño por linaje y criollo por adopción”, mencionó la madre entre carcajadas.