Minutos más tarde, a sala llena, con preservativos de regalo en los bolsillos y varias selfies en los teléfonos, empezó el show. Las argentinas Dalia Walker, Laura Passalacqua, y Jimena Outeiro entraron en la sala al nivel del público y la bienvenida fue abrumadora. Al ritmo de Run the World, de Beyoncé, el público enloqueció cual show de striptease, pero en esta ocasión lo único que se desnudaron fueron las experiencias personales.
Mathías Arizaga
Veintiséis horas antes, en el apartamento de Parque Rodó en el que se instalaron al llegar, las conductoras recibieron a El Observador para hablar sobre el éxito de un podcast que, al cierre de esta nota, es el más escuchado en Uruguay.
¿Cómo pasó una conversación de bar entre amigas a ser un podcast, y uno con tanto éxito?
Laura: No sabemos (risas) Todo va a ser así: no sé, pero estamos acá. Dalia: Fue una idea. ¿Por qué no lo hacemos? Y lo hicimos. Jimena: No teníamos ninguna presión, porque no es que queríamos conseguir algo o sentíamos que no teníamos que ser... nada. Lo hicimos por puro placer. D: El otro día estábamos escuchando los primeros tres o cuatro episodios y Jimena decía "estamos grabando esto en el primero porque nos creemos que somos tan geniales que a todo el mundo le va a interesar lo que tenemos para decir". Nos cagamos de risa y al final, por ahí tenías razón, Jimena. A veces uno también se tiene que bancar eso. Nosotras estábamos seguras, no de que iba a tener la repercusión que tuvo, pero sí de que a alguien le iba a interesar.
También decían: "estoy segura que mucha gente tiene este tipo de conversaciones con sus amigas, pero al mismo tiempo está bueno habilitar estas cuestiones para quienes no tienen esos espacios".L: Antes de este espacio no tenía estas conversaciones con mis amigas. Ni con ellas, creo.D: Las empezamos a tener y por eso decidimos grabarlo.L:Es algo así: generar eso para otros también.J: Habilitar que otros hablen de cosas que no hablaban porque por ahí sentían que eran las únicas personas a las que les estaban pasando, y de repente que tres minas que son amigas habilitan eso desde un lugar de cero juicio. Creo que lo que más funciona es que entre nosotras no hay juicios, podemos decir lo que sea y nadie va a decirle a la otra "no puedo creer".D: A lo sumo "amiga date cuenta".J: No hay nada que nos excluya. Creo que eso, aunque parezca una pavada, es muy liberador.
En ese primer episodio también decían que intentaron que no se llame Concha, ¿por qué se terminó definiendo así?
D: No se podía llamar de otra manera. Pensamos alternativas como "vulva" o "vagina", eufemismos. Pero después dijimos: "¿si se llama concha por qué le vamos a poner de otra manera?". Nos daba vergüenza decir que se llamaba así, pero después se normalizó.
¿Creen que en los últimos tres años ha tomado otro significado?
J: Absolutamente. Para nosotras seguro. El podcast se inscribe también dentro de un movimiento feminista, de revaloración del femenino, no porque lo hayamos pensado así, sino por que somos parte de ese colectivo. Sincrónicamente empezó a aparecer la concha como un objeto de belleza. Como un objeto visible. Al menos en Buenos Aires, la concha está trend. La concha es cool ahora, y eso hubiera sido impensado cinco o seis años atrás. El podcast entró en un momento muy perfecto de timing de la escucha de podcasts, que no era tan común tampoco en América Latina o en Argentina. Fueron varios factores que hicieron que funcione.D: No somos nosotras solas. Si vos hablás y nadie resuena con lo que vos decís no tiene sentido. L: Sin nadie que te escuche no hay cambio posible.
¿Cuándo se dieron cuenta de que empezaba a resonar?
L: De movida se sintió que algo pasaba, pero hubo oleajes. Al principio había una comunidad armada en redes sociales y hubo algo que se sintió: íbamos a hacer tres episodios y terminamos haciendo más. Al cuarto o quinto episodio teníamos un Instagram con 10 mil seguidores.J: Después fuimos a un evento al que nos habían invitado, FemiBirra. Nos preguntábamos por qué nos invitaron, había gente grosa adelante nuestro y a nosotras nos dejaron para el final. La presentadora nos presenta y todos nos empezaron a aplaudir, bajamos del escenario y nos pidieron una foto. Esa fue la primera vez que dije "está pasando algo".L: Después hubo un episodio, Responsabilidad afectiva, que pegó mucho. A fines de 2019 hicimos un par de episodios en vivo con gente y ahí también fue una confirmación. Después en la pandemia creció exponencialmente. Para mí hubo escalas de crecimiento.D: La gente estaba encerrada sin nada que hacer, re loca, teniendo que limpiar, tender la ropa y destender la ropa, hacer cosas que por ahí antes no hacía, y escuchaban el podcast para acompañarse. Y a nosotras también nos sirvió para acompañarnos. Para nosotras fue un salvavidas.
En varias entrevistas dicen que mientras iban grabando los episodios ustedes también iban encontrando un lugar en el feminismo. ¿En este momento en qué lugar se sienten?
J: No tenemos un background teórico como para poder definirlo en un marco conceptual. Sí siento que no hay un feminismo, sino que hay distintos tipos o formas de vivir el feminismo. Creo que no nos habíamos dado cuenta de lo feministas que éramos hasta que empezamos a hacer Concha.D: O si acaso éramos feministas.J: Creo que éramos y no lo sabíamos o no lo podíamos decir.D: Fue en el momento en el que una mujer muy conocida dijo "me bajo del feminismo".
Y ustedes se subieron.
D: Fuerte. Alguien se bajó y nosotras nos subimos.J: Me da mucho orgullo, es una identidad y una forma de ver la vida. Pero creo que no llegamos a un lugar, es una forma de transitar. Estamos viendo qué es para nosotras y nos van pasando cosas con eso. El feminismo te va abriendo los ojos a cosas que estaban naturalizadas, y el podcast nos abrió los ojos permanentemente.L: Me acuerdo de cuando grabamos el episodio de Jefa, que fue de los primeros, yo tenía una incomodidad laboral –laburaba con dos chabones– pero nunca me había puesto a pensar en todo lo que significabay lo que estaba pasando en esas tramas de poder que circulaban. Poder compartirlo y charlarlo fue dándole claridad a eso que venía sintiendo. Esa es mi forma de feminismo.J: Me parece que muchas mujeres se relacionan de esta manera. Había, en esa época al menos, muchas voces de minas que estaban a la vanguardia del feminismo y eran precursoras, más radicales, genias totales, y desde mi lugar no me sentía así. Sentía que entonces yo no era feminista, porque serlo implicaba ponerte en tetas en el obelisco. Eso es algo que yo –que hoy lo hago– en ese momento no iba a hacer y sentía que por eso no me podía autodenominar feminista. Con el podcast descubrimos que sí, que en el feminismo hay espacios para todas. Es un proceso, es la duda, hacemos lo que podemos y lo vamos deconstruyendo. No es que un día te levantás y decís "ahora soy feminista". Creo que a muchas mujeres que les pasó lo mismo y dijeron "ah pará, si estas minas son feministas, yo también".
¿Cómo eligen los temas que tratan?
D: Siempre elegimos algo que tiene que ver con lo que nos está pasando. De alguna manera, si le pasa a una nos está pasando a todas, o tenemos algo para decir. Lo lindo es que siempre los oyentes nos dicen "es justo lo que estaba necesitando".J: Tenemos una lista enorme. A veces el tema sale de la lista, pero tenemos que sentir el timing. No hay una planificación. Es muy libre. Concha se trata de hablar en primera persona. Muchas veces son nuestras vivencias, pero en otros casos son temas que queremos tocar y que no podemos aportar desde nosotras. Algunos todavía no salieron, pero tienen que salir; como Concha Trans. Lo queremos hacer y no vamos a poder aportar desde ese lugar, pero sentimos importante que esté esa voz. Va a suceder.
¿Tienen una audiencia principalmente femenina?J: Hay bastante hombre igual. D: El hombre se acerca en pos de "no puedo creer que esto funciona así, ¿esto piensan?". O lo escuchan mucho con la novia.
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"¿Hay hombres esta noche?", preguntan desde el escenario, se ilumina la platea y cinco tímidas manos se levantan. Una es la de José Alfonso, que señala a la amiga a su lado como la evangelizadora.
"Si bien es un podcast feminista, muchos temas abarcan a todo el mundo, indistintamente del género. Me encanta cómo abordan los temas porque informan pero también dan una perspectiva realista, cantan la posta, bajan las cosas a la tierra y es lo que la gente quiere escuchar, porque está cansada del chamuyo", comenta él en un show que califica como una "charla entre amigos". ¿Episodio favorito? Codependiente. "Me toca un poco, en mi forma de vincularme".
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Decían que Concha habla en primera persona, ¿les cuesta exponerse de esa forma?
J: Tiene un precio. Por un lado es lo que hace que el podcast se escuche tanto, porque la gente agradece que haya personas que se vulnerabilicen al punto de contar sus miserias, sus fantasías o las cosas que estaban negadas para la voz femenina durante muchos años. Por otro lado, tiene un montón de consecuencias: con tu familia, con amigas que de repente dicen "che, ¿esa anécdota no era yo?", tu pareja o si no tenés tratar de salir con alguien cuando sabe que tenés el podcast es re difícil. Así que no es gratis.L: No siento que lo hayamos pensado tampoco. ¿Cuánto y cómo exponernos?D: Dijimos "hablemos como nosotras estamos hablando entre nosotras". No dimensionamos que nos iba a escuchar tanta gente nunca. Y después ya estaba, ya lo habíamos hecho, ya te sentías cómoda, ya no te importaba tanto, hasta que te empezó a importar y decís "ya no puedo parar esto". En realidad sí, pero no quiero. Es así el juego. Tiene que ser honesto o nada.
¿Se arrepienten de algo que hayan dicho en el podcast?
L: A veces me arrepiento de que es un recorte. No me arrepiento de decir nada, pero sí me cuesta la consecuencia de que esa edición que hago después quede como "esto es lo que pasa", ponele. Me pasó muy hace poco de pensar que estoy diciendo muchas cosas de mi último vínculo que terminan dando una imagen que no es la que efectivamente tengo. Pero en las ocasiones en las que expuse algo en relación a eso era lo que me estaba pasando.J: Hay muchas personas que sienten que te conocen, y es verdad porque conocen un montón de cosas, pero no soy solo eso. En el podcast soy bastante manija, bastante arriba, después me conocés y no soy así todo el tiempo. A veces siento que piensan que soy una persona que no soy.D: Vos te ponés ahí y el otro toma lo que le sirve. Es un poco como los hijos: no sabés qué van a tomar de vos, y no lo podés decidir. No tiene que ver con arrepentirse o dejar de arrepentirse.L: Incluso sintiendo todo esto no lo dejamos de hacer.D: Ni lo cambiamos. Iba a decir que a lo sumo decimos menos, pero no. J: Al contrario, siento que estoy diciendo. L: Cada vez más (risas)
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En una mesa central Silvana, Karina, Agustina y Lucía esperan que las tres argentinas salgan a escena. "Fui la primera que empecé con los podcasts porque me separé, empecé a escucharlos y me sentí re conectada. Después se lo fui pasando al resto de mis amigas que estaban transitando algo parecido y cada una conectaba con un episodio diferente; pero nos pasó que en este momento de nuestra vida estaba bueno aprovechar y venir las cuatro y verlas en vivo", dice la precursora.
Mathías Arizaga
"Llegaron en el momento justo", aporta una de ellas que señala que el efecto de la pandemia, que llevó a transitar internamente un montón de cosas, tocaron temas cruciales. ¿La clave del éxito? "El nivel de vulnerabilidad, la exposición, el animarse a contar lo bueno, lo malo y lo feo, que a veces inclusive entre amigas nos cuesta sincerarnos así porque tenemos esta presión social de ser perfectas siempre. Creo que habilitó un montón de conversaciones entre amigas, entre compañeras de trabajo, entre hombres también, y está buenísimo".
Las cuatro coinciden en que es un lugar donde sentirse "menos solas". "Pila de veces ellas se preguntan 'lo que deben de pensar del otro lado', cuando se exponen pila. Nosotras decimos '¡Si supieran!'".
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¿La confianza de la que hablan la tienen que extender al público en los shows en vivo?
L: Ellas nos tienen confianza a nosotras.J: Yo lo puedo hacer solo porque confío plenamente en ellas dos. Y en los shows en vivo también confiamos en el público. Le preguntamos a la gente y muchas veces las mejores cosas que aparecen son anécdotas que cuenta la gente que son zarpadas.D: Confiamos en lo que está pasando. En que hay red, y sea lo que sea va a estar bien. Porque también es re sincero el vínculo con el público. ¿Cómo decirte? Nos es tan natural hacer Concha que no podemos hacer que sea algo que no es. Soy esto. La verdad es lo que piensan Dalia, Laura y Jimena. No es otra cosa, no puede salir mal porque no hay nada que no sea auténtico. Creo también que al ser un podcast, es rarísimo. Un podcast con show en vivo no es tan normal. La radio no hace shows en vivo, la tele era otra cosa, es un formato nuevo que genera algo nuevo. Y creo que el público tiene tantas ganas de responder a lo que hablamos en Concha que nos va a ver como para decir "les puedo contar algo que me pasó".
Se presentan en Montevideo, en la Sala del Museo, con dos funciones agotadas. ¿Qué esperan del público Uruguayo?
J: Que se copen, que se abran. En Argentina estamos todas desbocadas, los shows en Argentina las chicas gritan más que nosotrasD: Es como el feeling de mujer yendo a ver un stripper, pero mujer yendo a ver Concha. J: Acá en Uruguay no sé, ¿se abrirán así? ¿O serán más reservadas?
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Durante el show llegaron a una conclusión: "Montevideo está picante". Las uruguayas estuvieron a la altura, se sinceraron con sus deseos y sus experiencias en una noche que quedará disponible en las plataformas de podcasts. "¿Y ahora que hago? ¿Lo dejo? Porque no lo amo, no me calienta, no nada", le pregunta una mujer a otra mientras se preparan para volver a salir a la lluvia, que no paró durante una hora y media. "Ahora salgamos, después empezá el psicólogo".
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