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Ropa de bebé asiática y cocaína colombiana: el lavado más blanco

Por hollisterclothingoutlet 03/04/2023 868 Puntos de vista

El autobús resuella, como aliviado, cuando el conductor gira la llave de contacto después de un viaje de 1.400 kilómetros iniciado en Ciudad Obregón (México). Por los cristales asoman rostros hispanos que escrutan un paisaje de polígono, cementado de almacenes, solares y tiendas de muestras.

Están en el Fashion District, en el deprimido centro de Los Ángeles. A pesar del nombre, no es un sitio glamoroso al que se acude a hacer compras o turismo. Aquí se viene para cerrar negocios. A diario se despachan toneladas de ropa y bisutería al por mayor, prendas en su mayoría procedentes de Asia y que, por lo general, acaban en Latinoamérica.

Una voz resuena en el interior del vehículo, repitiendo indicaciones y advertencias, y por la puerta van saliendo una treintena de personas: chavales vestidos con camisetas, gorras y vaqueros; mujeres entalladas en licra; y tipos con camisas de cuadros y aspecto ranchero.

Tardan pocos minutos en desperdigarse por las tiendas de mayoristas, donde pagan en efectivo decenas de cajas de zapatos, bolsas llenas de faldas, ropa de bebé, pantalones, joyas... Y en menos de dos horas están otra vez en la carretera, rumbo a la frontera.

Detrás de esta escena cotidiana, el FBI, la DEA y al menos cinco fiscalías federales han identificado lo que denominan el “epicentro del lavado”, el lugar por el que se canaliza una de las técnicas más utilizadas por el narcotráfico en los últimos años. Se trata de un mecanismo que no es en absoluto nuevo, pero que algunos cárteles, como el de Sinaloa, están convirtiendo en una industria .

“Los colombianos en su día ya lo utilizaron mucho y volvió en 2010, cuando en México empezaron a hacer más controles para ingresar o pagar con dólares.Es un muy complicado de demostrar y muy sencillo de realizar. Los dólares con los que pagan la mercancía provienen de la droga que venden en las calles de EEUU. Pero después,cuando la ropa o las joyas que compran aquí se distribuyen en las tiendas al otro lado de la frontera, el dinero queda totalmente limpio y además en pesos mexicanos”, explica por teléfono Vijar Rathi, agente especial de la DEA en Los Ángeles.

El pasado otoño, las autoridades estadounidenses lanzaron una cinematográfica operaciónen el Fashion District. Cerca de mil agentes de varias agencias, acompañados por fuerzas locales,irrumpieron aparatosamente en unas 75 tiendas, casasy almacenes, arrestaron a nueve personas y se llevaron unos 90 millones de dólares en efectivo.

Ropa de bebé asiática y cocaína colombiana: el lavado más blanco

En las fotos que las agencias federales distribuyeron a la prensa podían verse cajas de cartón rebosantes de billetes de 100 dólares. “Se pretendía mandar un mensaje contundente a los comerciantes que venden mercancía sin controles y que, consciente o inconscientemente, colaboran con el lavado de narcotráfico y son un eslabón más de ese negocio”, explicó un portavoz del FBI a este diario.

Pocas semanas después, El Confidencial pudo comprobar que los comercios seguían abiertos y sus propietarios estaban en la calle, algunos frente al mostrador de sus negocios, enfadados y reclamando el dinero que les había confiscado la policía.

Business as usual

De par en par se encontraban, por ejemplo, las puertas de QT Maternity, tienda mayorista especializada en ropa de niño, cuyos propietarios, coreanos, se presentaban como las verdaderas víctimas de la operación policial.

“Nosotros no estábamos haciendo nada que no hiciesenlosdemás comerciantes aquí. Muchas tiendas funcionan con grandes sumas en efectivo porque vendemos mucha cantidad de ropa. Es fácil acumular 150.000 dólares comolosque se llevó de aquí la Policía. Nosotros no podemos saber cuál es el origen del dinero que trae un cliente”, dijo una de las dependientas del negocio familiar queaccedió a hablar a cambio de no ser identificada con su verdadero nombre.

Dos calles más hacia el sur se encuentra Fina Moda, otro de los negocios inspeccionados por la Policía. “Yo tengo muchos clientes mexicanos, pero no hago nada ilegal. Siempre les hago preguntas para ver si dicen algo sospechoso, reporto lo que tengo que reportar y les pidolosdocumentos”, aseguró su propietario, también asiático.

Según la investigación del FBI y la DEA, QT Maternity vendió ropa a Maria Ferre SA, un negocio de Culiacán (Sinaloa) relacionado con el cartel de Sinaloa y sobre cuyos tres propietarios, todos mexicanos, pesa ahora una orden de arresto.

Los investigadores creen que los propios cárteles controlan, o incluso son propietarios indirectos delos comerciosdonde, ya en México,se vende la mercancía importada de EEUU y pagada con el dinero de la coca, la heroína o la mota.

Y en los sumarios,como sucede a menudo,pronto afloran lazos con el mundo de la política o con autoridades locales mexicanas. Por ejemplo, uno de los tres sospechosos de organizar la trama que compraba en QT Maternity es Luis Ignacio Orozco, un ex-político del Partido de Acción Nacional (PAN) que trabajó en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) durante el gobierno del entonces presidente Felipe Calderón.

Angela Scott, fiscal federal encargada del caso, confirmó a este diario quelostres sospechosos principales se encuentran en paraderodesconocido.“Sí, creemos que estánen México”, dijo.

Operación hormiga

Los verdaderos responsables de estas operaciones de lavadonunca aparecen por elFashion District. Y si lo hacen no es para comprar.La Policía, por su parte,no puede hacer mucho más que exigir que los comerciantes del lugarejerzan un control más férreo sobre sus ventas.

Con la ley en la mano, éstos sólo están obligados a reportar a las autoridades lastransacciones superiores a los 10.000 dólares, una barrera de contención que los narcos no tienen dificultades en saltar.

Uno de las maneras más sencillas de hacerlo es repartir el dinero de la droga entre decenas de personas, “hormigas” a sueldo que hacen compras individuales por valor máximo de 9.999 dólares. Si no se consiguen suficientesen EEUU, se fletan autobuses desde México cargados con falsos turistas, inmigrantes que regresaron otrabajadores temporales. Lo que en la jerga del narco se denomina una “operación hormiga”.

En un intento de estrechar el cerco sobre estas prácticas, el Departamento del Tesoro estableció el 2 de octubre del año pasado un control más estricto sobre 200 negocios, casi la mitad dentro del Fashion District, empresasque ahora están obligadas a informar de cualquier venta superior a los 3.000 dólares.

“Pero no funciona. El billete no se para nunca”, dice Octavio, un inmigrante sin papeles que trabaja desde hace 25 años en las tiendas de mayoristas. “Aquí siempre se ha pagado con maletines repletos de billetes porque el billete se mueve siempre, ya venga de la droga, de las extorsiones o de cualquier cosa. Aquí se lleva toda la vida lavando dinero", detalla.

Entre almacenes, cajas de cartón y camiones, se acumulan montañas de dinero en efectivo con las que pronto se familiarizan los empleados."Entre los propietarios hay también gente honrada, hay de todo, pero por lo general a nadie le interesa saber de dónde viene el dinero. Yo aloscoreanos, por ejemplo, no les he visto nunca poner problemas a la gente que paga en efectivo. La Policía hace operaciones, hace ruido de vez en cuando, las ventas caen por miedo unos meses y de nuevo todo vuelve a la normalidad”, remata Octavio.

Las propias autoridades son conscientes de ello. “Cuando hacemos algo de la magnitud (de lo que hicimos en otoño) en una industria dondeloscárteles han invertido de manera tan fuerte, sabemos que paralizamos un poco sus negocios. La pregunta es por cuánto tiempo”, admitió Jere Miles, un portavozdel Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.

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