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Ali MacGraw Robert Evans: el matrimonio que empezó con una borrachera de Dom Perignon

Por hollisterclothingoutlet 12/07/2022 672 Puntos de vista

Para Ali, el divorcio supuso un nuevo comienzo. Todavía era famosa, pero ya no era la estrella más taquillera del mundo de 1972. Interpretó papeles en películas que no funcionaron y en series de televisión como Dinastía. Se dedicó a cuidar de su hijo Josh y mantuvo varias relaciones enfermizas, combinadas con una creciente depresión y el abuso de alcohol. “No me sentía completa si no tenía una pareja”, reconoce. “Estar enamorada era una droga dura”. En 1986 ingresó voluntariamente en la Betty Ford, declarando: “Me llamo Ali y soy adicta al alcohol y a los hombres”. De ahí emergió con una biografía en la que narraba sus problemas desde niña y como una inesperada icono del yoga, que ayudó a popularizar en los 90 con un vídeo doméstico que hizo por la disciplina lo mismo que Jane Fonda por el aerobic en los 80.Ali MacGraw Robert Evans: el matrimonio que empezó con una borrachera de Dom Perignon Ali MacGraw Robert Evans: el matrimonio que empezó con una borrachera de Dom Perignon

La década de los 80 tampoco fue propicia para su exmarido, Robert Evans. Después de varios hits como Marathon Man o Chinatown, ya como productor independiente, y de otro matrimonio fallido con la ex Miss AméricaPhyllis George, en 1980 cayó en una redada de la DEA cuando intentaba comprar cocaína “de farmacia”. Perdió amistades, el favor de la Paramount y de sus antiguos socios, y parte de la condena consistió en rodar una publicidad anti estupefaccientes. “Colócate contigo mismo” fue uno de esos hits multitudinarios en los que las estrellas se unen por el bien común, un precedente de We are the world del USA for Africa. En Get High On Yourself Bob Hope, Carol Burnett, Muhammad Ali, Paul Newman o Mark Hamill cantaban inspirados contra la droga. Por supuesto, Evans no dejó de consumir.

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Pero lo peor estaba por llegar. En 1983 apareció muerto el empresario Roy Radin, de solo 33 años. Radin habían intentado poner en marcha una película sobre el Cotton Club, por lo que la joven camello Lanie Jacobs (en realidad Karen Greenberger) le había presentado a Robert Evans a cambio de 50.000 dólares. Evans y Radin habían llegado a un acuerdo y la película estaba en fase de financiación cuando Radin desapareció y fue encontrado asesinado. La película terminó haciéndose, supuso una pesadilla de producción y un fracaso comercial, pero para Evans el asesinato de Radin fue el auténtico calvario personal y profesional. Al ver su nombre vinculado a un caso tan escandaloso, la prensa se cebó con él, perdió el trabajo y cayó en picado. “La vergüenza, las drogas y el continuo fracaso, que era nuevo para mí, me consumieron”, declararía. Temiendo suicidarse, se ingresó voluntariamente en un psiquiátrico, del que escapó en mitad del tratamiento. Había vendido su casa soñada, Woodland, a un industrial francés que no quería volver a vendérsela, pero logró recuperarla por medio de su amigo Jack Nicholson. En el 91, se resolvió el juicio de Roy Radin, ya conocido como“el asesinato del Cotton Club”, condenando a Lanie Jacobs y varios individuos más por el crimen. Evans ni siquiera fue acusado. En otro giro fantástico de su vida, un nuevo ejecutivo de la Paramount que había obtenido su primer trabajo gracias a él en Goodbye, Columbus, le llamó a principios de los 90 para ofrecerle trabajo otra vez en el estudio. En su nueva etapa como productor, Bob Evans sacó adelante éxitos como Sliver (Acosada), Jade o El Santo.

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