UN bebé tiene la mirada clavada en su portátil mientras viaja en su jet privado. Un joven vacía una botella de Dom Pérignon sobre un lago. Otro saluda con un dedo gigante de gomaespuma desde el asiento de atrás de un Ferrari. Otro se baña con una botella enorme de champán Doët en la mano y una American Express dorada en la boca. Y millones y millones de cibernautas observándolos atónitos, a medio camino entre la indignación y la fascinación.
Son los Rich Kids of Instagram (Niños ricos de Instagram), protagonistas de un blog (http://richkidsofinstagram.tumblr.com) convertido en uno de los fenómenos más impredecibles del año: una recopilación de las imágenes que publican jóvenes adinerados en Instagram para presumir descaradamente de los excesos de sus opulentas vidas. Hay algún Trump, Hilton y uno que otro ilustre apellido estadounidense, pero la mayoría son desconocidos y, como promete el blog, "tienen más dinero que tú y esto es lo que hacen" (es decir, llenar armarios con ropa de diseño y recibir autos de lujo por su cumpleaños).
Como buenos ricos, son tan fáciles de odiar como de admirar. Y, a juzgar por el desorbitado número de visitas que recibe el blog, a eso se ha dedicado tanta gente en internet que el blog ha aparecido en decenas de artículos, del New York Times al Washington Post o la CNN.
El grupo de personas anónimas que creó el blog el 13 de julio lo hizo gracias a unas copas de vino de más y una búsqueda de las fotos en Instagram etiquetadas como #riqueza o #mansión o #yate. Al poco tiempo ya no hizo falta buscar: la gente empezó a etiquetar sus aventuras como #rkoi (sigla de Rich kids of Instagram) de forma más o menos descarada y con la esperanza de acabar en la web de moda al que todo el mundo estaba acudiendo para detestar.
Today we spent time outside and learned how to put new soil on the beds, clean out old clay pots (excited to paint… https://t.co/5o53GPsASl
— The Sixth Element Wed May 20 19:27:49 +0000 2020
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El blanco es un porcentaje en boga: el famoso 1% de la población de EE.UU. que controla 90% de la riqueza del país. Ahora -con la economía de EE.UU. recuperándose pero no recuperada- no hay mayor ejercicio de escapismo que comprobar cuán buena puede ser la buena vida que los trabajadores medios nunca tendrán. El blog facilita odiar a las grandes fortunas tanto como facilita anhelarlas.
RKOI, como se conoce al invento, se aprovecha de que las imágenes de Instagram se consideran públicas y pueden reproducirse en cualquier parte. No siempre para mejor. Muchos de los incautos potentados, convertidos en ícono público de la ostentación más extravagante, se han visto perjudicados por su repentina fama. Alexandra Dell, hija del dueño de Dell, por ejemplo, descubrió que sus tuits y fotos estaban dejando rastro de sus viajes, algo valiosísimo para secuestradores o ladrones que podrían burlar la seguridad por la que su padre, Michael, paga US$ 2,7 millones al año.
A todos estos chicos los une algo más que su presencia en el blog de moda este año: Hollywood ya se puso en contacto con ellos. Se sospecha que podrían dar para un buen reality más pronto que tarde. Según la agente de casting Lexi Shoemaker, muchos ya le han dicho que sí. Un cheque mediante, por supuesto.
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